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Los futuros de la enseñanza: repensar el papel de los docentes en la renovación de la educación

Inés Dussel* ha sido una de las colaboradoras del informe insignia de la UNESCO Reimagining our futures together: a new social contract for education [Reimaginar juntos nuestros futuros: un nuevo contrato social para la educación], presentado ayer, y es la autora de un documento de antecedentes del Equipo Especial sobre Docentes acerca de Los futuros de la enseñanza”.

En 2021, la humanidad se halla en un punto de inflexión crucial. Nos enfrentamos a enormes desafíos —la crisis climática, el cambio tecnológico radical, la inestabilidad democrática, la automatización de las tareas y gigantescos cambios demográficos— y necesitamos, urgentemente, crear futuros que no se parezcan a nuestros pasados. Los docentes tienen un papel fundamental en este empeño esencial.

La iniciativa Los Futuros de la Educación, que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) presentó en noviembre de 2019, propone un nuevo contrato social en el que la educación se considere un bien público y común, que alimente la esperanza, nutra la imaginación y fomente la adopción de medidas en favor de un futuro común. La iniciativa pretende movilizar ideas y medidas en aras de un cambio educativo que pueda responder a los enormes desafíos que afronta el mundo.

Desde la puesta en marcha de la iniciativa, la pandemia de COVID-19 ha intensificado la necesidad de que se produzca un cambio. Los cierres de escuelas y la consiguiente premura para pasar a la educación a distancia han demostrado que persiste la desigualdad de recursos, infraestructuras y resultados, además de provocar una reconsideración del papel de los docentes en el fomento del aprendizaje y el bienestar del alumnado.

Como ha puesto de manifiesto la pandemia, los diálogos sobre los futuros de la enseñanza suelen centrarse en el cambio tecnológico, pero la enseñanza es mucho más que la transformación digital. La enseñanza exige conocimiento, competencia, atención y sensibilidad. Los docentes constituyen un elemento central del cometido de promover la autonomía intelectual y afectiva que tiene la educación y resultan cruciales para hacer que los conocimientos generales sean públicos y estén al alcance de todos.

Por ende, el nuevo contrato social debe centrarse en los docentes; para ello, es necesario que tenga en cuenta las paradojas y dificultades con las que se topan los docentes en calidad de agentes especializados. La enseñanza no se reduce a un mero esfuerzo individualista que depende únicamente de fortalezas o debilidades personales: es una práctica sumamente contextualizada, definida y regulada de manera institucional. Estas normas y definiciones no son coherentes: los contextos educativos actuales plantean a los docentes exigencias contradictorias, lo que podría afectar a los posibles futuros de la enseñanza. Así pues, los diálogos en torno a los futuros de la enseñanza deben evitar los modelos idealizados y voluntaristas de la enseñanza y centrarse en cambio en condiciones laborales concretas, redes de apoyo institucional, exigencias pedagógicas y los conocimientos y competencias necesarios.

El choque entre requisitos contradictorios no puede ser resuelto por los docentes a título individual, ni tampoco salvarse únicamente mejorando las estrategias de enseñanza o promoviendo la inclusividad digital. Debe abordarse desde un prisma institucional y mediante políticas públicas que establezcan normas para proteger un futuro común y cuidarlo.

En el artículo de reflexión “Los futuros de la enseñanza”, se abordan algunas de las paradojas y exigencias contradictorias a las que se enfrentan los docentes:

  • Las políticas educativas inclusivas tal vez no cuentan con el respaldo suficiente y dependan en exceso de las acciones y la responsabilidad individuales de los docentes.
  • La adopción de una actitud abierta en lo referente a la participación de las comunidades y las familias en la enseñanza puede dar lugar a prioridades diferentes e incluso incompatibles.
  • Las condiciones de trabajo actuales no siempre permiten plasmar los nuevos ideales educativos, como las pedagogías centradas en los estudiantes.
  • El aumento de la normativa, junto con los nuevos marcos pedagógicos, puede sobrecargar a los docentes, al imponer demasiadas exigencias de rendimiento.
  • Si bien la transformación digital abre nuevas posibilidades, también conlleva nuevos riesgos, como la delegación masiva y la reducción del conocimiento en plataformas gigantescas que gestionan los datos.
  • La crisis ecológica exige promover una conciencia colectiva del planeta que se preocupe de un modo activo por la diversidad de la vida, pero las políticas pretenden que todo se mantenga como hasta ahora.
  • Entre todas estas tensiones y exigencias, debe tenerse en cuenta el carácter de género de la docencia, ya que afecta a la organización del tiempo de trabajo, las tareas y las responsabilidades.

No es de extrañar que en muchos países haya una escasez cada vez mayor de docentes y en otros una sensación creciente de agotamiento y desencanto con la profesión. Por otra parte, la pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve la importancia de la labor de los docentes y la necesidad de que el aprendizaje y el bienestar de los alumnos cuenten con el respaldo de una orientación brindada por especialistas.

Por lo tanto, ¿qué se puede hacer para fomentar el papel de los docentes como agentes educativos fundamentales en la renovación de la educación? Aquí se proporcionan algunas recomendaciones para los responsables de la formulación de políticas y las partes interesadas que deberían aplicarse urgentemente, con el propósito de ayudar a los docentes a convertirse en una fuerza motriz en la renovación de la educación:

  1. Es preciso promover un diálogo social abierto a fin de desarrollar soluciones cooperativas que puedan aplicarse a las complejas cuestiones que hay en juego en los futuros de la enseñanza.
  2. Deben mejorarse las condiciones laborales de los docentes, no solo mediante una retribución adecuada, sino también garantizando un número de alumnos por clase apropiado, seguridad escolar, reconocimiento simbólico, legitimidad, y apoyo institucional.
  3. Es necesario desarrollar respuestas institucionales y normativas coherentes para organizar redes colectivas que aborden cuestiones pedagógicas complejas.
  4. Hace falta un mayor equilibrio entre los requisitos administrativos y los pedagógicos, lo que incluye contemplar el trabajo no remunerado fuera del entorno escolar, como la colaboración con las comunidades.
  5. Los estatutos laborales y la carga de trabajo de los docentes deben revisarse a fondo, teniendo en cuenta la perspectiva de género, a fin de armonizarlos con las nuevas metas educativas y ampliar la diversidad de la profesión docente.
  6. En el diseño de las trayectorias profesionales de los docentes deben tenerse en cuenta la competencia, la formación y la participación en los programas escolares, lo que incluye brindar apoyo a los docentes noveles, la dirección de áreas disciplinarias o ciclos y la organización de los servicios educativos.
  7. Para mejorar la contratación, las políticas deben estar orientadas a los docentes noveles, mediante el establecimiento de programas de orientación inicial a cargo de compañeros más experimentados. Las políticas también deben ofrecer ayuda a los docentes que se hayan desilusionado con el trabajo y se encuentren en una fase intermedia de su carrera profesional.
  8. Es menester replantear la formación del profesorado para hacer frente a las dificultades y trastornos que ha señalado la iniciativa Los futuros de la educación de la UNESCO. Los planes de estudio deben incluir realidades y temas nuevos y cada vez más destacados, como el cambio y el activismo ambientales, la educación democrática y ética, la igualdad de género y la diversidad, las competencias digitales esenciales y los diálogos epistémicos e intergeneracionales sobre nuestros futuros comunes. Los métodos deben incluir enfoques clínicos y procurar anticiparse a los contextos prácticos reales.
  9. La formación de los docentes no puede seguir infravalorando la relevancia de la cultura digital; sin restar importancia al papel del docente, los medios digitales deben incluirse no solo como instrumento para la formación a distancia, sino también como tema de estudio.

Por último, el empeño por imaginar los futuros de la enseñanza debe servir para fomentar diálogos públicos sobre las expectativas y realidades de la enseñanza: acerca de las ansiedades y los temores que experimentan los docentes y, también, sobre el potencial de la enseñanza para servir como fuente de esperanza y transformación. Los futuros de la enseñanza deben formar parte de diálogos sociales amplios que fomenten la fuerza y el compromiso de los docentes en la renovación de la educación y en la construcción de futuros mejores para todas las personas.


*Inés Dussel es profesora e investigadora del Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (DIE-CINVESTAV), Ciudad de México.

Las denominaciones empleadas en este artículo y la forma en que aparecen presentados los datos no implican, de parte de la UNESCO y del Equipo Especial Internacional sobre Docentes para Educación 2030, juicio alguno sobre la condición jurídica de países, territorios, ciudades o zonas, o de sus autoridades, ni sobre la delimitación de sus fronteras o límites. Los autores se hacen responsables por las ideas y opiniones que aquí expresan, las cuales no reflejan necesariamente las de la UNESCO ni comprometen en modo alguno a la Organización.